Por: Dr. Luis Enrique Villarreal Navarro*
Existe un hecho cierto en la vida de todo ser humano y es la conciencia de que toda persona es un ser finito. Solo hay un único momento para estar vivos. Pero, a pesar de esa certeza, nunca se piensa con frecuencia en el final de la vida. Sin embargo, sí es habitual que las personas se cuestionen sobre cómo será ese proceso final, sobre todo, durante algunas circunstancias que suceden en su transcurrir diario.
No obstante, un sentimiento que es general para la inmensa mayoría de las personas, es que no nos gusta sufrir; todos, sin distinción, desean tener una vida con el menor dolor y sufrimiento posible. Un anhelo que se quisiera para cada una de las etapas de la vida.
Hay realidades que nos enfrentan de forma inesperada a la fragilidad del ser humano y nos conducen a pensar en que puede estar cercano el final de nuestra existencia; ante esta certeza, y el deseo de no sentir dolor o sufrimiento, es importante mirar las alternativas que existan para sentir compañía, cuidado y todo lo que representa estar ahí.
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Prepararnos para los momentos difíciles
Sin lugar a dudas, saber que ya no hay alternativa de curación para algunas de las enfermedades que se padecen, enfermedades que irán deteriorando la calidad de vida de esas persona hasta su final, generando sufrimiento, no solo en el individuo, sino también en todo su núcleo familiar y social, es un hecho que cambia la vida de forma radical y permanente.
Es ahí cuando todo un andamiaje sanitario, psicosocial y comunitario, debe estar listo para mejorar la calidad de vida de las personas, evitar o disminuir el dolor y acompañar a todo el núcleo familiar que estará atravesando esa etapa de la vida.
Recuerdo especialmente las imágenes de una historia ya distorsionada por el tiempo en mi cabeza. Una familia de mediados del siglo pasado, pareja de esposos de unos 60 años y cuyos hijos ya eran adultos e independientes (uno vivía en el exterior y la otra hija en la misma ciudad, pero, tenía ya sus actividades diarias de profesional y ama de casa), le fue diagnosticado cáncer de vejiga, específicamente al adulto mayor, como supondrán en esa época y el tipo de cáncer que presentaba, el diagnóstico fue realizado en etapa avanzada con ninguna posibilidad de curación.
Pánico, temor, tristeza en la familia y dolor físico y psicológico, angustia y desesperación en el paciente. Fueron los sentimientos y las emociones más frecuentes.
La importancia de expresar las emociones
La esposa del hombre con cáncer reaccionó con una actitud pasivo agresiva, por la impotencia y la falta de orientación de no saber qué hacer. El hijo en el exterior tuvo que seguir su vida con su familia en ese otro país; piensen en las comunicaciones internacionales sobre los años 60 (Siglo XX), así que brilló por su ausencia, excepto por algunas llamadas telefónicas. La hija, por su parte, terminó desbordada, ya que tuvo que asumir el cuidado de su padre y continuar al mismo tiempo con las actividades de su familia, nunca recibió el apoyo de su esposo y de sus hijos.
Para la hija y la esposa, las responsabilidades se multiplicaron, clínicas, consultorios, quimios… La depresión aumentó, pero la vida debía seguir su curso, a pesar del cansancio físico y psicológico que tuvieran que soportar en silencio.
El esposo, paciente sometido a los mejores tratamientos de la época, con dolor, tristeza, largas hospitalizaciones, solo le bastó resignarse para el desenlace que ya se conocía desde el inicio. No obstante, había que hacer todo lo posible, aunque esto implicara prolongar su tiempo de sufrimiento, sin cambiar el resultado final: fallecer en la soledad de una cama de hospital.
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Acompañar, cuidar y estar ahí, para no repetir la historia
Seguramente esta historia se ha repetido miles de veces en todas partes, pero ¿tiene que ser siempre así? Hoy claramente podemos decir que no. Hoy tenemos la inigualable posibilidad de poder acompañar, cuidar y estar ahí, buscando que cada paciente en etapa final, cuente con la mejor calidad de vida posible, tanto física como psicológica.
Y en lo posible, sin dolor ni sufrimiento; acompañando y dando soporte a su núcleo familiar para que vivan de la mejor forma posible esta difícil etapa, todo esto a través de un equipo integrado por profesionales sanitarios (médicos, psicólogos, enfermeras, terapeutas), sociales (trabajadores sociales), espirituales( según las creencias de cada persona) y comunitarios (voluntarios y cuidadores), cuyo único objetivo sea la calidad de vida del paciente y su grupo familiar.
El sentido de los cuidados paliativos
Para esto se crearon los cuidados paliativos, para dar calidad de vida, porque la vida es para vivirla dignamente hasta el último día. Para dar médicamente lo que se necesita, pero no un procedimiento o un tratamiento más sin sentido, sino para estar ahí en el momento en que se necesita. Finalmente, para ayudar a los que quedan a seguir adelante.
Cabe recordar, que la legislación en Colombia, ya reglamentó los cuidados paliativos y cada vez más, diferentes entidades se entrenan para poder apoyar a la comunidad cuando se necesite este tipo de servicio.
🔗 Casos de éxito en los cuidados paliativos
Es importante ratificar que los cuidados paliativos buscan acompañar, cuidar, estar ahí hasta el momento final de nuestro paciente y durante el manejo del duelo de la familia, pero, desafortunadamente esto no cambia la duración de la enfermedad ni acelera el momento del desenlace final. De ahí, también radica entender la importancia de aprender a prepararnos para los momentos difíciles.
En Seguros Bolívar creemos en la importancia de una atención integral y los cuidados paliativos ayudan en ese propósito de estar ahí en los momentos más difíciles. Recuerde que en Seguros Bolívar, nos preocupamos por su bienestar y el de su familia.
*Especialista en Evaluación Médica.
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