Por: Dr. Zacarías Rodríguez Álvarez Osorio*
Un paciente mayor que fallece solo en la UCI, sin poder despedirse de su familia. Otro de 94 años al que se le práctica una operación que no le va a alargar en absoluto la vida. Un niño que muere llorando, llamando a los padres, que están al otro lado de la puerta, y que no pueden pasar porque las visitas están restringidas.
Estas tres situaciones se presentan cuando no existen programas paliativos. Y tal cual como las describo, corresponden a casos reales que he conocido, que han ocurrido y no deberían suceder, en ningún país y en ninguna situación.
La clave para que esto no ocurra es simplemente hacer las cosas bien, colocando el bienestar del paciente en el centro. Dicen que gastar más dinero no da la felicidad y tampoco proporciona la mejor atención al paciente al final de su vida. De hecho…
Hacer las cosas bien no sólo no cuesta más, sino que, por el contrario, implica menos gasto.
Esto no es una presunción basada en especulaciones teóricas y modelos matemáticos. Es una conclusión que podemos realizar con precisión, fundada en resultados obtenidos en programas y con experiencias reales.
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Todo demuestra que, adelantando los cuidados paliativos, coordinándose con la actuación del especialista, proporcionando una atención integral social, sanitaria y comunitaria, y pensando en las expectativas, deseos y necesidades del paciente, es posible mejorar la eficiencia clínica, la satisfacción del proceso y la tranquilidad de las familias. Sumado a todo esto, los costos sanitarios son menores.
Estos resultados no se sostienen solo en proyecciones estadísticas. Ya que después de trabajar durante más de cuatro años en la implantación y certificación de programas de cuidados paliativos con procesos excelentes, tenemos resultados que no dejan ninguna duda: otra forma de morir es posible.
Una manera demostrada de morir mejor
Más de medio centenar de organizaciones lo están demostrando en Colombia, instaurando y desarrollando programas excelentes de cuidados paliativos con la ilusión y compromiso de sus profesionales.
En dos de esos programas, cuyos resultados hemos evaluado y presentado recientemente, la experiencia con más de 3.500 pacientes acredita la mejora de todos los indicadores relacionados con la atención al final de la vida.
En uno de los programas, por ejemplo, el control del dolor se logró en el 85% de los pacientes, y en el otro, en el 80% con respecto de la situación inicial que era del 60%. La satisfacción en ambos se elevó al entorno del 95% y la efectividad clínica (la cual a partir de 55% se considera excelente) alcanzó en un caso al 81,16% y en el otro al 71,75% (este último partiendo casi de la mitad).
Naturalmente, todo eso se consigue proporcionando más servicios y con más frecuencia, lo que no quiere decir en absoluto gastando más, pues con una mayor y mejor atención se ahorran ingresos y estancias hospitalarias, urgencias y medicamentos de alto costo.
Impacto de los cuidados paliativos a las familias
En estos dos casos reales, y comparando los pacientes dentro del programa de cuidados paliativos con los que no contaban con esta asistencia, la reducción de costos totales fue superior al 25% y, en el último mes de vida, de más del 50%; todo ello gracias a un incremento notable de la actividad ambulatoria y domiciliaria.
Cuando los pacientes están más y mejor atendidos, además están cerca de su casa, generan menos gastos totales al sistema. En nuestras experiencias, los costos domiciliarios y ambulatorios se multiplicaron por diez, pero los hospitalarios descendieron drásticamente, y, en consecuencia, al final se logró el 25% de ahorro. Insisto, no es la causa, sino la consecuencia de hacer las cosas bien.
Una consecuencia importante, es el impacto positivo en salud que se materializa en todos los indicadores antes mencionados, relacionados con la calidad de vida y la satisfacción de pacientes y familiares.
Recibir el final de la vida en casa
Otra también muy importante, es el propio lugar de fallecimiento. La OMS ha establecido el reto de llegar al 50% de decesos en el propio domicilio, un objetivo del que desgraciadamente se está lejos en la mayoría de países.
En los dos programas tomados como ejemplo, se ha situado en el 70%, y ojo, que el primer requisito, en nuestra metodología de cuidados paliativos para que el paciente muera en el domicilio, es que efectivamente esa sea su voluntad. Dicho de otra forma, nadie muere en casa si prefiere ser atendido en el hospital.
Morir en casa, fuera de los cuidados paliativos, tiende a verse como una cosa lateral, minoritaria, casi residual, además de muy lejana. Creemos, o queremos creer, que viviremos mucho y con calidad de vida hasta el final, pero nadie está exento a una muerte repentina.
Pensando los cuidados paliativos desde nuestra perspectiva
La realidad es que todos moriremos, la mayoría por enfermedades crónicas, y el 70% necesitaremos cuidados paliativos. Si los recibimos, no evitaremos la muerte, pero podremos vivir mucho mejor los últimos meses de nuestra vida. Los cuidados paliativos no son resignación ni derrota, al contrario, es aferrarse a la mejor opción posible hasta el final.
Iniciaba el artículo con tres situaciones dramáticas y reales que he conocido y que no deberían presentarse nunca. En contraste con estos casos, quiero referirme ahora a tres finales igualmente reales, pero mucho más esperanzadores, repletos de vida e ilusión.
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Hacer las cosas bien, vale la pena
Tres pacientes bajo programas paliativos que pudieron cumplir sus deseos en el momento final de sus vidas. Uno de ellos pidió ir al campo para despedirse de sus mascotas. Otro, esperar a sus hijos, desplazados por trabajo, para poder abrazarlos antes de morir. Un tercero pidió simplemente poder comerse una tarta de chocolate.
Los tres murieron como quisieron morir, y eso es, en última instancia, lo que pretenden los cuidados paliativos, poner las necesidades y expectativas de los pacientes en el centro de la atención prestada. Un objetivo deseable y al mismo tiempo viable en costo eficacia.
En Seguros Bolívar, pensamos en su bienestar.
*Director de Programas de New Health Foundation.
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