Amor físico: Las partes del cerebro que se activan al enamorarse
La ciencia ha demostrado que al enamorarse se activan dos regiones del cerebro en especial:
- La zona tegmental ventral, encargada de producir dopamina, la sustancia brinda placer.
- El núcleo caudado, relacionado con la memoria y la coordinación de movimientos.
Estas áreas están vinculadas al sistema de recompensa, el mismo que se activa cuando se experimenta felicidad, se alcanza una meta o se siente satisfacción. En otras palabras, el cerebro asocia el amor con una sensación positiva y motivadora, lo que explica por qué hay un impulso a cuidar y mantener ese vínculo.
Además, durante el enamoramiento el cuerpo utiliza su sistema tensional para concentrar la atención y la energía en esa persona especial, lo que lleva a sentir una conexión emocional y física más profunda.
¿El amor está en el corazón o en el cerebro?
Culturalmente, el amor se ha asociado al corazón, pero desde el punto de vista científico, el verdadero protagonista es el cerebro. Las emociones se originan en procesos cognitivos que ocurren en distintas áreas cerebrales, y son esas reacciones las que producen las sensaciones físicas que solemos relacionar con el corazón: palpitaciones, calor o nervios. Así que, aunque el corazón simboliza el amor, es el cerebro quien orquesta todo ese maravilloso proceso.
Las tres fases del enamoramiento
El amor no surge de un día para otro; atraviesa diferentes etapas que van transformando la relación y la forma en que se siente. Estas son las tres principales fases:
1. Fase de atracción
Es la etapa inicial, donde todo parece nuevo y emocionante. Se caracteriza por la intensidad emocional, el deseo de compartir tiempo con la otra persona y la idealización del vínculo. Suele durar unos meses y está marcada por la acción de la dopamina, responsable de esa sensación de felicidad y energía constante.
2. Fase de vínculo
En esta etapa, que puede durar entre dos y cuatro años, la relación se fortalece. Disminuye la intensidad inicial, pero aumenta la confianza, la intimidad y la estabilidad emocional. Aquí predominan hormonas como la oxitocina y la vasopresina, que refuerzan el apego.
3. Fase de amor maduro
Es la fase más estable y profunda, donde la relación se consolida sobre la base del respeto, la complicidad y el afecto. La atracción física no desaparece, sino que se transforma en una conexión más serena y duradera.
Llegar a este punto requiere comunicación, empatía y compromiso mutuo.
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La química del amor y el bienestar emocional
Entender cómo funciona la química del amor no le quita magia a las emociones; al contrario, nos invita a vivirlas de forma más consciente. El amor puede ser una fuente de bienestar y equilibrio, siempre que se construya desde el respeto y el cuidado mutuo.
Cuando una relación aporta calma, seguridad y crecimiento personal, el cuerpo también lo refleja: mejora el descanso, aumenta la concentración y fortalece la salud emocional.
El reto está en cultivar relaciones sanas, basadas en la empatía, el apoyo y la confianza. Enamorarse es maravilloso, pero mantener un amor estable y saludable es un acto diario de compromiso y bienestar.
Cuide su corazón y su bienestar integral
El amor también se refleja en cómo cuida de usted. Mantener hábitos saludables, descansar bien y cuidar la salud física y mental son pasos esenciales para vivir en equilibrio.
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