Factores de riesgo
Una buena noticia es que las ECV están estrechamente relacionadas con los estilos de vida, lo cual significa que en muchos casos, pueden prevenirse o controlarse con solo cambios de hábitos. Los principales factores de riesgo incluyen:
- Alimentación poco saludable. Una dieta alta en sodio, grasas trans, azúcares, y baja en frutas y verduras.
- Falta de actividad física. El sedentarismo aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, como el infarto de miocardio y el accidente cerebrovascular.
- Consumo de tabaco. Fumar tiene como resultado un riesgo mucho mayor de morir de enfermedad coronaria, puesto que el tabaco priva al corazón de sangre rica en oxígeno y aumenta los efectos de otros factores de riesgo.
- Beber alcohol. El consumo excesivo de alcohol aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, como hipertensión, cardiopatía coronaria y accidente cerebrovascular, al dañar el corazón y los vasos sanguíneos.
- Enfermedades crónicas como la hipertensión y la diabetes: Estas condiciones, si no se controlan adecuadamente, pueden afectar el corazón y los vasos sanguíneos.
Prevención de las enfermedades cardiovasculares
Para prevenir las enfermedades cardiovasculares, los expertos recomiendan adoptar hábitos saludables, como:
- Seguir una dieta equilibrada basada en frutas, verduras, alimentos integrales ricos en fibra, grasas saludables y proteínas como pescados y carnes magras.
- La OMS recomienda que los adultos dediquen cada semana 150 minutos de su tiempo a practicar una actividad física de intensidad moderada o 75 minutos si es de alta intensidad, o bien una actividad equivalente.
- Evitar el consumo de tabaco y moderar el consumo de alcohol.
- Mantener un control adecuado de la presión arterial, el colesterol y los niveles de azúcar en sangre.
- Visitar al especialista por lo menos una vez al año, pues es indispensable realizar exámenes de rutina que permitan controlar el peso, el índice de masa corporal, entre otros.
Tratamientos y manejo interdisciplinario
En general, el tratamiento de las ECV varía según el tipo y la gravedad de la enfermedad. En el caso de la hipertensión, por ejemplo, el manejo incluye tanto cambios en el estilo de vida como medicación para controlar la presión arterial. Es fundamental que las personas con ECV sigan rigurosamente los tratamientos prescritos por sus médicos, ya que una gestión inadecuada puede conducir a complicaciones graves como infartos o accidentes cerebrovasculares.
De igual forma, es crucial una atención integral que considere no solo el corazón, sino también otros órganos que pueden verse afectados por las ECV, como los riñones. Esto resalta la importancia de un enfoque multidisciplinario en el tratamiento, donde se incluyen profesionales de diversas especialidades.
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Participación activa del paciente
Mediante la atención de diferentes especialidades médicas y la articulación de equipos de profesionales, se debe buscar evitar el desarrollo de complicaciones como la enfermedad renal, la presencia de eventos coronarios y la mortalidad a causa de estas enfermedades. Lo ideal es un abordaje preventivo, que requiere además de la atención por parte del cuerpo médico, del entendimiento por parte del paciente y su familia. Es importante que conozcan qué es la enfermedad y cómo controlarla. Además, se necesita una participación activa del paciente, ajustando sus hábitos de vida en cuanto a:
- Nutrición adecuada
- Actividad física regular acorde con la edad
- Compromiso frente a la toma de medicamentos
- Asistencia regular a las citas del programa
Si tiene dudas sobre su estado de salud, solicite una valoración integral para establecer si tiene riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Recuerde que la prevención es la herramienta más poderosa contra las ECV. En Seguros Bolívar pensamos en su bienestar y el de su familia.
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